De fotógrafo de bodas a mentor de parejas, ¿Cómo llegué hasta aquí?


Ser y dedicar mi vida a la mentoría de parejas no es algo que vislumbre en mi caminar.  Admiro y hasta cierto punto celó aquellas personas que desde muy temprano parecieran saber el camino y la dirección de su futuro y propósito. Yo me considero, a lo que le llaman en inglés, “late bloomer”.

Este camino particular de emprendimiento nace con la fotografía. He dedicado 17 años de mi vida a nada más y nada menos, que a la fotografía de bodas. Durante esos años me he sentado con cientos de parejas que se encuentran listos para unir sus vidas en matrimonio para siempre. El poder estar presente y ser parte del día más importante de la vida de muchos, no solo es un gran privilegio, sino una gran responsabilidad. 

Me recuerdo en muchas ocasiones, mirarme a mí mismo en medio de una ceremonia, frente a la pareja y su oficiante, delante de todos sus invitados y decirme, cómo llegué hasta aquí. El sentir la responsabilidad de capturar los recuerdos de ese importante día me llenaba de un gran sentido de propósito y valor.

Boda tras boda, tuve la oportunidad de servir con un gran sentido de pasión y creatividad que me ayudaba a conectar en gran manera con cada pareja que posaba frente a mi lente. Su séquito, familia, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. Todo aquel que fuese digno de ser invitado a la gran celebración de bodas, en algún momento estaría capturado en los recuerdos más importantes de la vida de esta nueva relación matrimonial. 

Luego de varios años de retratar, en un momento de transición tecnológica que nos impulsa a cambios inesperados. Encontré la oportunidad de volver a contactar a varias parejas con la intención de venderles los negativos digitales de su boda, antes de ser eliminados de mi sistema de almacenamiento. Esto incluiría todo el material, hasta fotos que no habían sido incluidas en su álbum de bodas. 

Para mi sorpresa, recibí un mensaje de una de las parejas. Un amigo que estudió conmigo muchos años y que se había casado con una amiga que también estudió con nosotros. Hace varios años no habíamos conectado y me escribió contestando a mi propuesta. 

Para mi sorpresa, en su tono único de relajo, me informó que ya no estaba casado y que no tenía ningún sentido el adquirir sus fotos. 

Obviamente no era algo que le interesaría en esas circunstancias, algo que entendí y lamento no haberlo sabido antes de enviarles el comunicado. Pero lo más que me afectó, es el cómo después de haberle dedicado tantas horas a la creación de los más espectaculares recuerdos, de un momento a otro, estos pierden su propósito.

Aunque, como fotógrafo, ya cumplí con mi trabajo y se me pagó. No puedo evitar sentir una frustración de limitación en el impacto y propósito de poder apoyar a cada pareja. 

Y es que el matrimonio es difícil. Lo entiendo. 

Llevo más de 20 años casado y sé lo complicado que puede ser sobrepasar los retos de cada etapa de la relación. 

Por mi parte, siempre he pensado que he tenido un matrimonio ideal. Como noviazgo que va a la iglesia, estuvimos expuestos a excelentes ejemplos y a conocimiento que no adquirimos en nuestra crianza. 

Después de cinco años de noviazgo, nos casamos. Yo tenía 22 años acabados de cumplir, algo que facilita ciertos aspectos en la relación. No tuvimos hijos por 7 años, algo que también permitió conocernos y vivir enfocados en nosotros.

A pesar de nuestras complicaciones y retos, vivíamos confiados en la relación.

Además de ser una pareja y tener una relación muy ideal, en algunos aspectos, no estaba satisfecho con áreas  importantes que me hacían experimentar grandes frustraciones periódicamente.

Esto se agudiza con la llegada de mis hijos Nicole, que es la mayor y Sebastián, el menor. Si pudiera explicarles lo más difícil que se nos hacía, era resolver conflictos en un plazo de tiempo adecuado. El tener hijos agravó grandemente en este aspecto, porque mientras van creciendo, más entienden y menos uno puede hablar frente a ellos. 

Nuestra falta de resolver conflictos rápidamente, enfrentaría un nuevo nivel de dificultad, porque ahora el tiempo estaría disminuido. Más interrupciones, menos tiempo de intimidad para resolver los conflictos, mayor tiempo molestos e insatisfechos, que multiplicaba las molestias. Y todo este ambiente complicaba no solo nuestra intimidad para hablar, imagina quien deseaba disfrutar de hacer el amor, cuando el ambiente está saturado por frustración y coraje. 

En ocasiones me despertaba relajado de un buen descanso, y rápidamente venía a mi mente, recuerda que estás molesto y no le estas hablando. De esta manera me fortalecía en el coraje hasta que pudiéramos encontrar un tiempo para poder resolver. Me di cuenta que a mi matrimonio ideal le faltaba mucho, a mi me faltaba mucho. 

Y es aquí que comencé un camino de búsqueda explorando las ideas y herramientas que me ayudarían a seguir construyendo la relación ideal.

Dios me ha bendecido grandemente en ese camino. Hemos aprendido principios que nos han catapultado a vivir en un hogar saludable, donde logramos darnos a entender, escuchamos claramente, disfrutamos nuestras similitudes y respetamos nuestras diferencias, establecemos límites saludables que protegen la relación y nuestra individualidad,  y disfrutamos de una comunicación congruente que nos permite afrontar cualquier situación de manera efectiva y rápida. 

Todo esto nos permite atender aquello que produce frustraciones y problemas que antes nos saturaron, impidiendo aquellas cosas en la relación que tanto disfrutamos se perdieran ante tanta desilusión. 

Los cambios han sido grandes. La satisfacción inmensa. 

Hay una frase que he repetido en varias ocasiones a mi Esposa, “esto somos nosotros, que vamos a la iglesia, tenemos grandes ejemplos a nuestro alrededor y que hemos caminado poco a poco construyendo un matrimonio ideal en tantas áreas, imagina aquellas parejas que no han tenido ni la mitad de lo que nosotros hemos tenido”.

Lo que hemos logrado, y un enorme querer de apoyar a otras parejas a tener lo que a nosotros nos dio mucho trabajo es lo que me a movido a enfocarme en la mentiría de parejas.

El poder capturar recuerdos de aquellas parejas en el día de sus bodas, me apasionaba grandemente. Hoy en día, no solo me apasiona apoyar las parejas a permanecer y disfrutar la vida juntos, encuentro un mayor sentido de propósito y valor.